lunes, 12 de diciembre de 2011

¿Para qué engañarse?

Aprendí que los amores eternos pueden terminar en una noche, que grandes amigos pueden volverse grandes desconocidos, que nunca conocemos a una persona de verdad, que todavía no inventaron nada mejor que el abrazo de mamá, que el nunca más nunca se cumple y que el para siempre, siempre termina.

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